martes, abril 22, 2008

DULCE HOGAR

Hola. Me columpiado unos días. He estado en Italia. Una sociedad muy parecida a esta. Pero difícil de leer en algunas particularidades. El Sur es difícil, en general. Nada es lo que parece. Cuando alguien, verbigracia, habla de un determinado mal que ya no existe, en realidad te está diciendo que está muriendo, precisamente, de ese mal. Son siglos disimulando. Ahora mismo, no me pregunten qué, pero seguro que estoy disimulando algo.

Anyway. De vuelta aquí me he encontrado con el concepto “aquí”. En la forma de la polémica de los dos sectores del PP. Polémica que dibuja a) el modo de ser y comunicar de la derecha local. Pero también ilustra, snif, el mismísimo concepto b) de lo local.

Sobre a):

a.1) Todo el mundo miente. En el discuso Aguirre y Rajoy, nadie dice la verdad. La verdad es menos importante que el proyecto que esconden los discursos. En este caso, pillar cacho o mantener cacho.

a.2) El traductor de los dos discursos son los medios. Con la particularidad de que los medios, a la vez que traducen, apuestan por un individuo.

a.3) Los medios se dividen, fundamentalmente, en dos tipos. Que dibujan realidades opuestas. Los medios madrileños. Y los medios periféricos. Los medios madrileños, a su vez, confunden Madrid con el todo. Hummm. Posiblemente, el debate entre Rajoy y Aguirre, más que el debate entre dos lecturas de la derecha española, es un debate entre dos estructuras de la derecha española: la ciudad-estado Madrid, y las comunidades-Estado del PP.

a.4) Los medios, a su vez, tienden a dar por buenas las explicaciones de los debatiendes. Esto es un debate ideológico, etc. Así, Aguirre es neocon, mientras que Rajoy tiene cosillas en su alma de cariz socialdemócrata. Toma, moreno.

Sobre b).

El punto de inflexión del debate, consistió, al parecer, en el momento en el que Rajoy invitó a Aguirre a marcharse del partido –algo que, según el punto a.1), no dijo-. Momento en el que Aguirre dijo que jamás había anunciado que competía con Rajoy para el sultanato del PP –otra vez, esta vez Aguirre, se trae a colación el punto a.1-. Es decir, el momento mágico, definitivo, final, de la micropolémica, consistió en invitar a irse al rival. Algo absolutamente español. Aquí, en cualquier ámbito, no hay espacio para dos. Las luchas, por aquí abajo, son luchas para ser uno. Es decir, para elminar al otro. El Sur, a pesar de su alegría y colorido, es una colección de violencia absoluta.

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