jueves, noviembre 29, 2007

LA VIDA PRIVADA

Al hilo de un comentario de ayer emitido por un lector -hilo: uno no ve la izquierda en ninguna parte-, ahí va esta meditación. No es caótica. Estás emitida desde el caos, que es algo diferente u mucho menos desordenado.

Hasta hace relativamente poco yo entendí las izquierdas de una forma que queda reflejada en las imágenes que hoy les propongo. Se trata de un vídeo doméstico. Dato importante: yo soy el niño del pijama rosa. Véanlo, que yo, mientras tanto me voy a pelar las patatas del trinxat que estoy haciendo.

Es decir, veía las izquierdas como una serie de acciones que requerían una canción hermosa. Acciones imprevisibles y inesperadas, como volar. Las acciones inesperadas son, estadísticamente, las más esperadas, las más anheladas, las más necesarias. Lo inesperado se parece mucho al agua. Estás harto de verla, pero es necesaria. La izquierda es, así, volar. Volar. Y con cierta gracia.

Hoy creo que esas no son las dimensiones del escenario de las izquierdas. Son el escenario de la vida privada. Volar, etc. La vida privada es, en parte, lo contrario a la vida colectiva. La política, la dimensión colectiva de la vida, ha dejado de ser un sitio donde vueles o veas volar. Hace mucho. Desde el 68, una fecha en la que se deja de volar y, a la vez, nace un volucabulario aereonáutico extraño, con el que la izquierda chachi va tirando millas. Hummm. El otro día, cenando en París con un primo mío que hizo el 68 de los XXXXnes, me explicó esta historia que igual ilustra un poco lo que estoy diciendo. Bueno, no es ni historia, como lo del 68.

“El 68 me lo pasé arriba y abajo de los Champs Élisées, con una bandera roja y negra, en un Morgan” –nota del editor, o sea, yo: un coche, guau, precioso, cuyo modelo sigue siendo el mismo desde 1934; es un coche de peli de Lubitsch / novela de Jardiel-. “Aquello fue una payasada. En Francia no ha habido una ceremonia colectiva desde la Liberación, en el 45. Que ya son años. Me parece que, en España, ni eso”.

Por mi parte, jamás he asistido, al contrario que mi primo –veintipico años mayor que yo-, a un ceremonia colectiva. Sin ir en un Morgan por los Champs Élisées, he ido en un Morgan por los Champs etc. la tira de veces. Sólo he asistido a ceremonias privadas. Son impresionantes. En ellas palpas la libertad y el contorno real de las cosas. La belleza del imperativo "volarás". De lo que se deduce que las colectivas tenían que ser la pera. Uno nunca sabe lo que es suyo y lo que es de su época. Pero supongo que este rasgo de individualismo no es sólo mío.

Paradójicamente, las izquierdas nos seguimos comportando como si tuviéramos alguna responsabilidad ante la política, ante ceremonias colectivas que ni se producen ni se esperan. O como si las izquierdas sólo existieran en la política. Que es, además, el único punto donde existen menos. Es posible que nuestro único ámbito sea el individual. Nuestras ceremonias o, tal vez, nuestra obra. Ni idea.



Lo de las izquierdas españolas, es peor. Desde hace 30 años creen que tienen que colaborar en la ilisión de problemas. Desde un político, hasta un escritor o un periodista. Evitar problemas, decir que es imposible o irresponsable volar, se ha convertido en el oficio de las izquierdas locales. Hummm. Ni siquiera las ceremonias privadas te impiden probocar problemones. ¿Cómo se lo montarán?

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