martes, septiembre 27, 2005

LES PRESENTO A IGNACIO ECHEVARRÍA

-PRESENTACIÓN A). Ignacio Echevarría es -¿era?- el crítico más influyente en la plaza. Una plaza en la que, por otra parte, y según la última encuesta del gremio de editores -o cómo se llame-, la crítica sólo modulaba un 2% de las decisiones en la compra de un libro. El concepto "influyente", por lo tanto, se debe de traducir al castellano CT para poder saber qué significa. Supongo que, en ese sentido, significa una influencia en la CT -la CT, una dinámica en la que la crítica no sólo no es necearia, sino contraproducente, por una contradicción o un complejo de índole interno, cercano a la vergüenza torera, valoró como pertinente el discurso de Eschevarría. "Influyennte", empero, también en significa una influencia no-CT en la cultura. El discurso crítico de Echevarría, personal, arbitrario y parcial -que es lo que se debe de exigir a un crítico; y, en general, a todo el mundo que desarrolle un trabajo intelectual; salvo si trabaja en la Audiencia Nacional-, era a la vez reconocible, deconstruible, argumentable. Es decir, producía el diálogo y, a la vez, era una de las regiones del diálogo. Su recepción no-CT y, cada vez más, su decisión de emitir no-CT, le llevaron a protgaonizar a finales del año pasado lo que sin duda ha sido la mayor polémica cultural en la historia de la CT. Se trató de una polémica en la cual invirtió pocos recursos –una carta; pueden ver aquí el texto, así como todo el pack de textos resultantes-. Lo cual puede orientar sobre su capacidad para gestionar ideas, y orientarlas de forma económica hacia la mejor línea –de flotación-. La polémica, se ha de señalar, adquirió la estructura de polémica cultural CT. Es decir, no la hubo. Existió fuera de los medios -es decir, estuvo por ahi en medio durante unos días-, y más en medios de nueva tecnología –Arcadi Espada, en ese sentido, fue quién llegó más lejos e hizo más dibujos a través de la polémica, que es para lo que sirven las polémicas-. En tanto que polémica CT, la polémica fue rápidamente instrumentalizada. Los chicos de Libertad Digital hicieron lo que pudieron. La Jiribilla, revista cultural cubana, pues también, haciendo aparecer la opinión matizada de diversos intelectuales españoles –aquí el menda entre ellos-, en lo que resultó un debate que, por las reglas del juego buen-rollistas, antipolémicas y estabilizadoras de la CT, hubiera resultado imposible realizar y organizar en España. El debate cubano está reproducido, empero, en un medio español. Reproducido, pero no recreado, ampliado o multiplicado, en lo que puede orientar aún más sobre la incapacidad de nuestra cultura ante la polémica. Es decir, ante la divergencia. Me parece que la polémica fue zanjada, en la medida de lo posible, por Juan Goytisolo, en un artículo en el que aparece una forma matizada de CT, quizás la formulación más chachi y a la izquierda posible de la CT –esa cosa asfixiante hacia su derecha o su izquierda-, y que posiblemente se haya convertido en la Vulgata que resume para el gran público la polémica / no-polémica. Es decir, el mayor cuestionamiento que ha habido en la plaza a la CT, y que cambió pocos hábitos de la CT al desarrollarse en plena plaza del pueblo de la CT.

-PRESENTACIÓN B). Echevarría es también el autor de Trayecto, un pack de reseñas aparecidas a lo largo de 15 años. Y un prólogo un tanto espectacular. El prólogo es, en parte, una explicación a la Gestión del Espacio –GE, vamos-, un concepto que ha aparecido de rasqui en el blog, que no puedo aún verbalizar mucho, pero que empiezo a intuir que es definidor para establecer quién y qué es CT y quién y qué es no-CT. Verbigracia: el comunicador –CT como un pino-, practica la Gestión de la Imagen –o, así a lo rápido, gestión de recursos de marketing para promocionarse a través de sus trabajos en prensa-, mientras el pollo no-CT practica la GE. La GE precisa disponer de cierto aparato, de cierta cosmovisión y de cierta poética ante los medios de comunicación. En su explicación a su GE, Echevarría me recuerda a sus antípodas. Es decir, a Jardiel. En algún ensayo en el que demostraba como una comedia de éxito suya no era tal.

Posteriormente al caso de la cosa GE, inicia un balance ante la literatura española que le ha tocado currar. Esa micro-región de su micro-prólogo ofrece una serie de meditaciones y asociaciones rápidas, con pinceladas. Son golpes de lógica y de meditación eléctrica, bien aprovechados y poco desarrollados. Sorprende, empero, la hasta cierta manera novedad de algunos puntos de vista. Libros gansos sobre la Literatura Española en la Transi –no sé; el volumen de Historia y Crítica, Fusi y, en menor medida, Mainer-, ofrecen menos inputs en mucho más espacio. Verbigracia: al (casi) analizar la literatura de los 80’s, ofrece la siguiente epifanía: no se diferencia mucho de opciones presentes en la sala. Ok, ya se ha comentado en otras partes que la Transi de la Literatura se produjo en pleno Franquismo, argumentando ello en Gimferrer, Montalbán, Marsé, Benet, Mendoza, los Goytisolo, Azúa. La novedad del punto de vista Echevarría al respecto consiste en ser menos épico: la novela de los 80’s no va, formalmente ni en ningún otro sentido, más allá de los márgenes establecidos por escritores opuestos a los que, hace un tris, he citado. Verbigracia: Gironella, Salisachs, o, glups, Torcuato Luca de Tena. Posiblemente –no los he leído- justamente olvidados. El triunfo –aún no contestado, aún no pitorreado- de los chicos de los 80’s, ilustra la mecánica de la contestación y del pitorreo por aquí abajo. “Estos libros” -de autores de los 80’s-, “debido a la confusión que fomenta la industria editorial, y debido a la inexistencia de una crítica fiable, empiezan a ser valorados y considerados conforme a criterios que no les corresponde”, va y dice el pollo.

Echevarría realiza un esbozo de la literatura de los 80’s –que corresponde a una prolongación del concepto “la cultura como fiesta”-, y de los 90’s, en los que se produce una vuelta a “las viejas convenciones del realismo y del costumbrismo, aderezado en ocasiones, para más INRI, con un preciosismo estético que en ningún momento, y hoy menos que nunca, ha dejado de constituir una de las más constantes lacras de la narrativa española”. Señala como autor y libro fundacional de esa tendencia a Muñoz Molina y a El jinete polaco. Sea como sea, Echevarría opina que las nuevas incorporaciones a la literatura en los 90’s confieren a la narrativa española “un buen nivel medio”. Si bien un nivel medio que patenta cierta “desarticulación”. Desarticulación, ampliación: ausencia de “tensión” en “los vínculos (…) que unen a un novelista con la obra de sus predecesores como de sus contemporáneos”. Vamos, que la literatura española carece de pasado y, por tanto, de herramientas para ponderar el presente, “algo que no puede dejar de asociarse con la concreta deriva que en España adoptó la transición democrática”, que “se consumó mediante un pacto de silencio”. Es decir, de no-pasado. “La ruptura con el pasado que se juzgó imprescindible para refundar la convivencia, tuvo a menudo efectos de retroceso. En el plano de la narrativa (…) supuso la reiteración de muchos recorridos que ya se habían hecho; la celebración como novedad de muchas cosas que no lo eran”. Ejemplo de celebración de la notoriedad es la joven narrativa de los 90’s, que “se define en función de criterios que son casi estrictamente sociológicos”, y como un “voluntarioso intento, por parte de la industria editorial, de mantener y prolongar un statu quo”. La denominada desarticulación de la literatura española va, empero, más lejos. La literatura “está también desarticulada en relación con la sociedad a la que va dirigida”.

El caso de la cosa, incluso “lo que se la narrativa española, tiene que ver con lo ocurrido” en la Transi, “y poco ya, o nada, con lo ocurrido durante el franquismo”. Y aquí Echevarría va y saca los conceptos a) “transición cultural” y b) “cultura de la transición”. Donde a) sería “un programa (…) de medidas culturales que, como ocurrió en la política, habrían aspirado a subsanar el grave déficit” cultural. “Pero esto es algo que no tuvo en absoluto lugar”. Lo más parecido que se ha producido en la sala ha sido “un tránsito acelerado: el que condujo desde una cultura todavía de postguerra (…) a la intemperie más dura y pura cultura de mercado”. El concepto b) “aludiría al modo en que, en lugar de rearmarse críticamente de cara a las nuevas formas de poder, la cultura española, en su conjunto, se habría aupado sobre éstas, conformándose con un papel de simple comparsa en los procesos de transformación”. “Lo propio” –glups- “de la Cultura de la Transición sería la precipitada liquidación de un concepto resistencial de cultura a favor de un concepto (…) festivo y ornamental”. “Es determinante en el nuevo orden cultural surgido tras la muerte de Franco la nueva alianza entre cultura y poder, tradicionalmente enfrentados” (…) “y de pronto congregados”. En ese sentido, la victoria del PSOE en el 82 supuso “el alineamiento de la mayor parte de los efectivos culturales con la empresa del Estado”. Echevarría sitúa en ese momento el fin de las líneas de renovación en la literatura, aparecidas en los 60’s. EN la cultura como fiesta, desapareció “lo social” por “lo sociable”. Y ahí nació “el canon del éxito”, “canon que es el que impera en la actualidad, con efectos allanadores de toda jerarquía literaria, por cuanto es capaz de situar en un plano autores distintos como Marías, Pérez-Reverte, Cercas, Grandes o Ruiz Zafón , (…) todos ellos considerados autores de un mismo rango”. La narrativa sociable es una escritura “adaptada” a la sociedad, e “incapaz de contrastarla, de impugnarla moralmente ni cuestionarla”.

La última micro-región del texto, Echevarría vuelve a retomar, en el caso de lo hubiera dejado de intensificar, el tema de la GE. Explica la evolución que, como crítico, le ha conducido al silencio. Como en una novela sociable de Vila-Matas, pero a lo bestia y sin preciosismos. La cosa se debe a dos razones: a) y b). A) es “la ausencia de una perspectiva en atención a la cual organizar la narrativa española” desarticulada. “Sólo la insistente comparación con la tradición cancelada, el incordiante señalamiento de los niveles ya alcanzados, ofrece una posibilidad de actuación a este respecto”. Y B) “tiene que ver con el riguroso confinamiento de la institución literaria fuera de todo ámbito político, con la consiguiente alarma ante cualquier intento de invocar lo político en el marco del reseñismo”. “”Entiendo que mi evolución como reseñista queda determinada (…) por mi progresiva inconformidad con estos dos obstáculos de partida” –a) y b)-, “inconformidad que (…) decide mi fortuna y mi fracaso en cuanto tal”. Posteriormente, Echevarría explica casos –y el caso- de GE en su campo. Y de cómo acabó de campo y playa. Un posible punto c) de distanciamiento de Echevarría ante la Cultura –es decir, ante la CT, que no hay otra-, es la soledad. “La dinámica perversa” –cultural o económica- “queda agravada por el sentimiento de soledad que infunde el rasero tan distinto que el crítico ve emplear a su alrededor, con menoscabo constante de su empeño”. Pélense, en todo caso, el prólogo y superen o recorten mi lectura.

-PRESENTACIÓN C). Echevarría, por otra parte, es mi amigo. El concepto amistad es, en la CT, pornográfico. Remite a un mercado de favores, que a su vez remite al mercado, a secas, por lo que seguidamente matizaré el concepto. Gracias a la emisión y recepción de la amistad, he elaborado con mi amigote discursos cómplices en el mundo de las ideas. Y en el mundo, esa cosa tan dura. Cuando me voy de cenorrio con él el resultado es un pitote, pura rumba, una atmósfera que, en fin, me gustaría traducir a lo largo de la polémica que vamos a iniciar. La explosión de ideas no calculadas es, en fin, una juerga. Y la piedra angular de la amistad. Cuando aparecen ideas no calculadas en una conversación con un amiguite –o con una amiguita, esa otra disciplina-, el resultado siempre es espectacular. Si bien, por otra parte, no siempre es traducible a palabros claros y de significado colectivo. A ver si nos sale en esta ocasión.

-A VER SI NOS SALE.
El objetivo de la polémica –que no creo, por otra parte que sea tal; ambos emitimos desde la no-CT; supongo que lo saldrá será una descripción polémica, si bien no descarto polemizar con Echevarría; ustedes no conocen a ese mamón- consistirá en hacer un dibujo de la CT a partir de una estructura simple. Uno presentará una pregunta, el otro una respuesta y una pregunta. Y así. Las reglas del juego son las siguientes –va por usted, Echevarría-: los textos deberán estar colgados antes de 24H respecto del texto anterior. Quién se duerma en la parra paga cenorrio. Ocasionalmente -y la menos por mi parte- interrumpiré el diálogo para hablar de algo que afecte al blog. No más de dos folios por dosis. O cenorrio. En tanto que polémica no-CT, es posible y lícito utilizar nombres propios, parcialidad, beligerancia y todo el pack de recursos franceses / republicanos ante la cultura. El lector está invitado a participar. Ignoro cómo. Ya encontrará una solución. La cadena lógica de las preguntas irá, digo yo, surgiendo a partir de la primera. Que lanzo aquí seguidamente. Ahí va. Silencio. ¿LA CULTURA ESPAÑOLA ES LA ÚNICA CULTURA EUROPEA QUE NO TIENE CANON, SINO STAFF? Tic-tac.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me parece que el "affaire Echevarria" sea un caso de CTismo, sinó de colisión con un emporio mediático-cultural que se ha hecho demasiado grande y al cual sus ramificaciones no le permiten hacer movimientos de ningún tipo que no resulten sospechosos, con el agravante de que al margen de ese emporio sólo quedan prácticamente medios reaccionarios, públicos o marginales (La Vanguardia, curiosamente, juega a veces a ser la excepción). Y no creo que esa situación sea producto de la CT, sino del raquitismo cultural e industrial del país (que no es un problema menos grave, pero si distinto). Otra cosa es que ese mismo emporio sea uno de los principales altavoces-inventores-rentabilizadores de la CT y que resulte sumamente dificil evitarlo, tanto desde el lado del usuario en el que me encuentro como desde el del productor, donde se ubican nuestros polemizadores.

Dicho esto: La polémica me parece una idea excelente y le irá bien al blog, que ha vuelto del verano un pelín repetitivo.

Anónimo dijo...

Señor Rotter:
Acaba de hacer un buen retrato de la CT, luego aquel affaire ere Ctismo.