lunes, septiembre 26, 2005

LA DURACIÓN DE LA MUERTE

-UN POCO DE MAGNO ES MUCHO. Alejandro Magno, después de invadir Babilonia, se reunió con los chicos listos de Babilonia y los mató a preguntas sobre el sentido de la vida. La pregunta más bestia que se ha conservado es la siguiente. Siguiente: “¿qué hay más, vivos o muertos?”. La pregunta ha vivido tanto tiempo por el carácter de superproducción de la respuesta. Un sabio le respondió: “Vivos. Muertos no hay”.

-ME VIVO EN TUS MUERTOS. Miren a sus lados. A menos que vivan encima de un cementerio indio, en efecto, no verán ningún muerto. Quizás es la gran diferencia entre la vida y una de las grandes regiones de la vida. La cultura. Una cultura es, básicamente, la gestión de la muerte. Es decir, de los muertos. Es más, los muertos son los pobladores básicos de una cultura. La literatura, de hecho, es un algo formado por obras de muertos y por obras de vivos que, en plan guija, dialogan con los muertos. Curiosamente, y por otra parte, este fin-de he tenido varios contactos con la muerte. Lo cual me ha llevado a varias meditaciones sobre el caso de la cosa. Se trata de pensamientos sobre la muerte en la vida –esa cosa donde no hay muertos-, y la cultura –esa cosa donde, para el caso, sólo hay muertos-. No se vayan.

-CONTACTO CON LA MUERTE A). Me voy a Ullastret, Empordà DF. Con mi bebé. Que aún no sabe decir Ullastret. El primer paso –yo pasé por ahí- consistirá en que, dentro de unos meses, empezará a denominarlo Pollastret –cast.: Pollito-. Y yo me reiré con la boca llena de dientes. Bueno. Ullastret / Pollastret es un poblado íbero que tira de espaldas. Estaba edificado encima de una laguna y se integraba en el paisaje formando una belleza inaudita. Como México antes de la llegada de los españoles, que se emplearon a fondo con la laguna. Lo que invita a pensar que España, en algún momento de su historia, fue invadida por españoles. El caso es que en el museo del poblado íbero vuelvo a ver una imagen de la brutalidad íbera -¿fueron los íberos los invasores furiosos que desecaron las lagunas?-, consistente en cráneos de ajusticiados íberos. EL sistema de ejecución consistía en insertar en la cabeza del ajusticiado un clavo. Cada uno de los cráneos con clavo expuestos es, pues, la exposición de una brutalidad y de un drama. Un drama que afectó al usuario de un cráneo. Y a su mamá, a su novia, a sus hijos, a sus vecinos, a sus amigotes. Un drama, por otra parte, acaecido hace 2.000 años. Es decir, un drama inexistente. Que te pilla lejos y en el que es imposible involucrarte. Lo que, delante de un cráneo con un clavo, me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿cuánto dura la muerte? Vale, no hay muertos. Hay sólo vivos. Pero, ¿cuántas generaciones pueden vivir el hecho de un antepasado al que alguien le clavó un clavo en la cabeza? Contemplo a mi bebé. Pasa tres pueblos de las calaveras ajusticiadas. No sabe lo que son. Por lo que no entiende el adagio de Ramón que va y dice “cuando miramos una calavera jamás pensamos que fuese una mujer”. No obstante, se mete un dedo en la nariz. Lo que también le remite a Ramón: “los niños se sacan las ideas de la nariz”. En la formación de mis ideas pesaron otros muertos íberos, con el mismo apellido que mi bebé, a los que no conocí, y que fueron ajusticiados con un clavo en la cabeza en una cuneta, en un cuartel, en un campo de Austria. ¿Esos cráneos existirán para él o serán una brutalidad tan lejana como los cráneos que ahora tenemos frente a nosotros? ¿Se los sacará de la nariz algún día? ¿Cómo? ¿Con que herramientas? ¿Qué modulará con ello? Y, en fin y otra vez, ¿cuánto duran los muertos?

-CONTACTO CON LA MUERTE A). Restaurant. Me encuentro con un niño al que hacía 30 años que no veía. Ya no es un niño. Tiene 40 tacos. Se afeita. Me lo encontraba cada verano. Siempre iba rodeado por dos amigos más. Un chileno recién exiliado y un chico de Barcelona, absolutamente frágil. Pregunto por ellos. Uno, tal vez el que más he deseado ver en estos 30 años, ha muerto. Cuando me lo dice se me eriza la piel. También, me consta por su expresión, la de mi interlocutor. Escasos segundos. Luego, se relaja y me explica que nuestro amigo murió hace 15 años. Ese dato, y de forma incomprensible, también me atenúa el dolor que acabo de recibir. He recibido una noticia de muerte, sí, pero atenuada por 15 años de mitigación del dolor. Lo que me lleva, nuevamente, a la pregunta del millón. ¿Cuánto dura la muerte?

-CONTACTO CON LA MUERTE C) A unos kilómetros de Ullastret / Pollastret se han iniciado excavaciones. Están buscando cráneos de íberos con clavo. Ejecutados en 1939. Todo el mundo, desde aquella fecha, sabía donde estaban esos cráneos. Y quién les insertó el clavo. No obstante, hasta ahora no se ha intentado desenterrarlos. Lo que invita a pensar que, si ahora son desenterrados, es porque pueden ser observados con el distanciamiento que tienen los cráneos con clavo al uso 2.000 años después del martillazo. La fosa común de íberos y clavos del siglo XX posee, por tanto, un record europeo. Ha fosilizado en 70 años. En 70 años ha realizado el periplo que otros despojos realizan a lo largo de 2.000 años. EL desenterramiento de aquella matanza traerá las mismas repercusiones políticas y culturales que los realizados en una necrópolis íbera. ¿Cuánto dura la muerte?

-CONTACTO CON LA MUERTE D). La cultura disponible en la sala presenta dos originalidades. Es consecuencia directa y lejana de un genocidio. Soy muy prudente con las palabras. Jamás sobreactuo con palabras yuyu. Como el palabro fascista, que sólo se puede aplicar, en efecto, a lo que ampara el sustantivo, por más indignado que uno esté. Por eso mismo, intento reservar el palabro genocidio para las situaciones que lo merecen. Por lo que creo utilizar la palabra correcta cuando opto por la opción genocidio para aludir al cambio cultural acaecido tras la guerra civil. Un cambio cultural que impidió la inclusión en la cultura de varios siglos de muertos. Impidió el diálogo con los muertos. Y, en fin, supuso una ruptura de la tradición –una ruptura con los muertos, vamos-, sin paralelismos en Europa. La segunda originalidad sucede a partir de los 70’s –quizás más en los 80’s-, cuando en pleno proceso de a) internacionalización e industrialización de la cultural, y de b) transición democrática, se decide aplazar indefinidamente aquel problema cultural anterior. La cultura –esa cosa llena hasta los topes de muertos- decidió seguir sin muertos, para que la vida –esa cosa sin muertos- tampoco se llenara de más muertos que los necesarios. La CT, una cultura sin muertos, como en Babilonia, pero también sin muertos culturales, es decir, sin una tradición de continuidad con el pasado, ya no es un fruto del fascismo. Es una consecuencia / una visualización de la democracia y del proceso y la forma con que vino por aquí abajo. Nuestra cultura carece de muertos, para colaborar al hecho de que España es, en el contexto europeo -continente tan dado a la masacre política durante el último siglo-,el biotopo con menos muertos. ¿Cuánto dura un muerto? ¿Y por aquí abajo?

-PERO, ¿HUBO ALGUNAS VEZ 20.000 MUERTOS? La idea básica del párrafo anterior me suena. A ver. Humm. Sí, la he leído en un texto. Hablaba de la narrativa española actual. Tal que así: “sea lo que sea la narrativa española, tiene que ver con lo ocurrido en este país durante la Transición, y poco ya o nada con lo ocurrido con el Franquismo”. La sentencia –tan poco típica dentro del punto de vista estadístico empleado por los chicos listos locales en el trance de hablar de los logros culturales de la Transi- es de Ignacio Echevarría, el pollo con el que iniciaré próximamente un debate en éstas páginas. Es más, mañana les presento a Echevarría y pasado empezamos. Palabrita. Se tratará de hablar de la literatura de un país en el que –y me respondo a la pregunta retórica que me he planteado reiteradamente y anteriormente-, la muerte no dura nada. Salvo que pueda ser instrumentalizada en un proyecto político. COmo sucede con su cultura. De manera que, tal vez por lo mismo, vivimos en el único país del mundo en cuya cultura no hay muertos. Y en su vida no hay más muertos que los verbalizables por una cultura sin muertos anteriores a 1975. ¿Muertos en nuestra cultura y en nuestra vida? Quizás, únicamente, Cervantes cada 100 años.

Nos vemos mañana. Echevarría, ve haciendo ejercicios de calentamiento.

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