viernes, septiembre 30, 2005

CCNN

Veamos, Martínez. Si queremos progresar, vamos a tener que dejar de lado la noción más bien arcaica de canon. Para hacerlo, me parece bien poner en juego las dos nociones alternativas que hemos empleado uno y otro: la de staff y la de la lista de ventas. Una y otra combinadas vendrían a ocupar el espacio y la función que hasta el momento desempeñaba el canon convencional, del que ofrecerían una suerte de remedo. La dinámica es la siguiente: un autor alcanza un cierto éxito, y a partir de ahí el staff cultural lo incorpora a su lista, ofreciéndole una serie de prerrogativas de carácter corporativo que apuntan a asegurar al autor en cuestión unas mínimas cotas de visibilidad a medio y largo plazo. Esa visibilidad prolongada a lo largo de los años es la que produce el efecto engañoso de haber ingresado en el canon, que entretanto ha dejado de existir.
En el principio, siempre está el éxito. (Y el éxito, allí donde no existen instancias críticas y la academia carece de peso real, es siempre el éxito comercial.) Y desde ahí, se suele acceder al staff, lo cual tiene por efecto “canonizar” ese éxito. Si un autor no se apresura a dar este paso, se expone ciertamente a padecer lo que tú denominas el Síndrome Gironella. Podría ser el caso, por ejemplo, de Pablo Tusset, el de Lo mejor que le puede pasar a un cruasán, de quien no tengo datos de que haya ingresado en ningún staff, ni tampoco de que haya repetido el éxito. Pero entretanto el staff está lleno de tipos como Pérez Reverte, Lorenzo Silva o Ruiz Zafón, de autoras como Rosa Montero o Ángela Vallvey, y de ninguno de ellos cabe temer que padezcan el Síndrome que tú mencionas, por bien merecido que se lo tengan.
Propongo dejar de lado esta cuestión (staff/canon) hasta no haber delimitado previamente otras más determinantes, que contribuyen a resolverla. Una de ellas la apuntas cuando te animas a decir, tan campante, que “la CT es, tal vez, la única y gran aportación de la izquierda a la Transi”. En cierta medida, yo también pienso que es así. Y puesto que el pretexto de este intercambio lo constituye mi carpetita de fin de curso titulada Trayecto, me gustaría que colgaras aquí el artículo titulado “Troya festejada”, que nos daría que hablar en esta dirección. Luego te lo paso digitalizado.
Ahora bien: entiendo yo que esta que tú señalas no es ni mucho menos la única aportación de la izquierda a la Transición. Hay al menos otra aportación tanto o más importante que esta: me refiero ahora el enredo formidable del Estado de las Autonomías, del que nos queda aún mucho por salir y que ha tenido efectos letales sobre nuestra cultura. ¿Te animas a que hablemos de ello, en días tan apropiados como éstos en que se consensúa el proyecto de Estatut catalán? De éste dices tú que no es un objeto no-TC. Pero yo veo cómo un parlamento suspende sus debates durante tres horas y media para que los líderes de los partidos pacten en privado el acuerdo al que no han llegado hasta el momento. Si esto no es CT, me temo que es algo mucho peor.
Lo que me gustaría es que en los próximos días nos esforzáramos en ligar el concepto CT, tal y como tú lo has venido acuñando en tu puto blog, con el concepto CCNN (culturas nacionalistas), a fin de averiguar en qué medida una y otras son cosas distintas e interdependientes, o si más bien se enfrentan y se cuestionan mutuamente. Me tienta empezar yo mismo dando mi propia versión de los hechos, pero como se me acaba el tiempo y el espacio te paso a ti la pelota y te hago esta simple pregunta: tú, ¿qué opinas?

Ignacio Echevarría

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