lunes, abril 25, 2005

THE DAY AFTHER

-¿EN QUÉ SE DIFERENCIA ESTA NOCHE DE TODAS LAS OTRAS NOCHES? El día del Libro / día de la Bestia, esa celebración que promociona el libro, en la creencia de que el libro es cultura y de que la cultura es buena, esa celebración, en fin, para creyentes, este año coincidió, incluso, con pesaj, otra celebración anual para gente de fe. Lo que puede ilustrar que El Día de la Bestia es una festividad de creencias superpuestas. Si dejas de creer en una, dejas de creer, en pocos segundos, en todas. Yo, snif y para acabar de presentarnos, no creo en que la Cultura sea EL valor. Hay días enteros en los que no creo, snif-snif, que en el mundo exista El valor. Ni creo, ya puestos y snif-snif-snif, en la literatura española actual como la pera limonera.

-LO ABANADO Y LO AVALADO. Y LAS VENTADAS Bueno. EL día de la Bestia se volvió a confirmar como una Super Bowl por lo civil. Tras el tsunami de cultura a gogó, leo que el producto en lengua castellana más vendido fue, me dicen, El Quijote, mientras que los productos catalanes que se vendieron como polos –la cultura catalana, salvo algunos trazos exóticos, entra de lleno en la Cultura de la Transi; ignoro de que van la gallega y la vasca; si alguien lo sabe, que se manifieste, porfa- fueron diversos títulos previamente relacionados con diversos grandes premios. De lo que se deduce que, a parte de productos abonados –rosas, vamos-, Sant Jordi sirve para vender productos avalados. Por el Estado y otras grandes empresas culturales, los dos grandes avaladores de la Cultura de la Transi. De lo que se deduce, a su vez, que nuestra cultura dispone de pocos avales. El día de Sant Jordi sirve para confirmar el gran éxito, valor, mérito o lo que ustedes quieran, de la Cultura de la Transi. Gran éxito valor, etc de la Cultura de la etc: ha dotado a una aldea de cabreros –Gil de Biedma dixit-, de una industria cultural propia de una sociedad que come tres veces al día. Los cabreros, tal vez, alimentan sus cabras con los productos de papel que fabrica esa industria. Quizás esa sea la función metafórica de nuestros libros. A falta de otra. Otra: vertebrar una sociedad, plantear temas, utilizar la cultura en vez de adorarla. Decía el Rabino de Vilma que, si en verdad el Mesías hubiera venido alguna vez al Planeta Tierra, te asomarías a la ventana y lo sabrías. Si nuestra cultura, a la par de ser de un industrial que tira de espaldas, tuviera alguna utilidad, sucedería algo parecido. La cultura española es el Mesías. Se le espera. Quien lo espera. Si un libro es, potencialmente una ventana, ¿cuanto tiempo hace que, al asomarse a una, el paisaje les ha cambiado una mieja?

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