sábado, marzo 19, 2005

PERO, TAMBIÉN, NO ME GUSTA ER FURBO

Decía que, abro comillas, la intelectualización del fútbol, su transformación de cultura popular a herramienta cultural, es el gran chollo del legado futbolero de MVM. Pero, snif, ese chollo también tiene trampas, cierro comillas y me pongo al tajo.

-TAJO. La propuesta MVM está, no obstante, repleta de trampas. Las trampas no las puso MVM en el género que creó. Y no las puso a lo largo de toda su trayectoria. Lo que apunto a pensar que la propuesta de MVM se situaba fuera de la Cultura de la Transi. Las trampas las ha puesto la Cultura de la Transi, en tanto que el fútbol es un chollo para la Cultura de la Transi pues, debidamente tratado, permite no hablar de nada. Lo cual es el gran objetivo de la Cultura de la Transi. Y con esto acabo este párrafo, no sea que vuelva a citar la alocución Cultura-de-la-Transi otra vez en tan pocas líneas.

-EL DIFÍCIL TRABAJO DE NO DECIR NADA. ¿Por qué un intelectual de la Transi puede necesitar el fútbol? Lo necesita porque es cultura popular. MVM se rompió los cuernos para hacer de la cultura popular –música cutre, gastronomía, fútbol-, un estándar cultural competitivo y sorprendente. Esa propuesta era la pera, en un país con un modelo cultural gagá, y con un puritanismo cultural como respuesta al modelo. Reivindicar la cultura popular en ese contexto era puro terrorismo. Y costó lo suyo vender la moto. Lamentablemente, durante la Transi, la moto se compró a gogó. Hoy en día no existe otra cultura que la popular. Un colaborador de mi periódico puede simultanear sus funciones y su discurso en mi periódico y en, pongamos esa hipótesis, Crónicas Marcianas –que será lo que usted quiera, pero es la Capilla Sextina de la cultura popular esta mañana a primera hora-. Y todo ello sin ningún tipo de riesgo cultural, si exceptuamos la posibilidad de que el éxito que tira de espaldas pueda ser un riesgo cultural. Es más, pobre de ti que no seas cultura popular. Te puedes convertir en un freaky. O, peor algun, en un tipo al que todo el mundo imagina sin novias guarrindongas. Practicar el periodismo deportivo es, en ese sentido, un asidero del intelectual a la cultura popular, hoy transformada en cultura de masas pura y dura. O, lo que es lo mismo, es la garantía de que hasta los paletos –siempre hay paletos; en ocasiones son universitarios- te conozcan.

-CUANDO NO TENGAS NADA QUE DECIR, DILO A GRITOS. Otro pack de maravillas que ofrece el fútbol al intelectual es la posibilidad de hablar de algo que a) ya existe, b) ya se ha dicho y c) ya se ha hecho. Es decir, la posibilidad de no decir nada. Un alto porcentaje de los artículos de opinión españoles consisten en eso. Es decir, en existir en un diario que, por otra parte, no necesita más opiniones de las que ya vertebra en su editorial. Plantear otros puntos de vista es plantear problemas, y la Cultura de la Transi es en parte un esfuerzo notorio por hacer de la Cultura algo que no aporte problemas. Que tus problemas sean el Barça, el Madrid o el Atletic puede ser un discurso muy indicado para, en ese sentido, no decir nada. Por fin alguien puede escribir un J’Accusse, sin acusar a nadie.

-EN UN PAÍS SIN POLÉMICAS CULTURALES, MEJOR NO SER EL PRIMERO EN LIAR UNA. Una cosa sorprendente de la Cultura de la Transi es la ausencia de problemas. Nuestros intelectuales no sólo no discuten, si no que no lo hacen por escrito. Por otra parte, los intelectuales que les da opinar de política acostumbran a tener muy claro que sus opiniones políticas nunca superarán en juego de piernas a las de su partido favorito o a las de su periódico favorito, dos objetos que le permiten seguir consumiendo sus platos favoritos. En ese sentido, acostumbran a ser muy aburridos los artículos políticos, porque su contenido ya se presupone en la firma que los encabezan. Salvo escasas individualidades, cuesta que un periodista de izquierdas te sorprenda, como costó en su día –yo no ví ninguno-, que un periodista de derechas estuviera contra el PHN, la Guerra de Irak o los pasos procesionales. Por todo ello, el fútbol es un filón. Permite que dos intelectuales disientan en público, con beligerancia y en la misma página sobre un tema.

El fútbol es el jing y el yang de la Cultura de la Transi. Es uno de sus límites –si no su superación- por la izquierda. Y es parte de la parte más sólida del resto del tinglado. El fútbol puede ser una lectura corrosiva de la realidad. O una parte más de una realidad especializada en no interesarse por la realidad. El fútbol ofrece dos géneros periodísticos. Uno, de altísima calidad. Y otro, de calidad bajísima. La buena noticia es que el léctor es el único que puede diferenciarlos. La mala noticia es que, por lo que veo, un léctor español, por otra parte, no diferecnia Antonio Gala, de Bulgakov, o de un plato de cigalas. Que, por cierto, me voy a meter entre pecho y espalda ahora mismo. Buen fin de semana, amiguitos.

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