domingo, febrero 13, 2005

URDACY SYSTEM

Entrevista con Urdaci, ese gran ideólogo. Fiel a mi papel de último mono, soy el último periodista de mi ciudad en entrevistarle. Último-mono, sinopsis: soy el último periodista de mi ciudad en llegar a la actualidad. Que yo recuerde, en toda mi vida, jamás he escrito o dado una noticia. De una forma inconsciente, al principio de mi carrera, y de una forma netamente consciente después, intento ¿simplemente? llegar a los sitios y a las noticias y verlas e imprimirles una mirada. Ahora que lo pienso, glups, eso de imprimir una mirada a la información me aproxima al Urdaci way of life. La diferencia entre aquí el menda y Urdaci puede ser el diálogo. Lo que digo no va a misa. Comunico que es una mirada. La mirada, se diferencia del objeto contemplado en que no existe. No se puede tocar. Lo que digo intenta invalidar, en fin, la información como misa, esa ceremonia cuyo único diálogo es con el más allá. Usted, cuando lee estas líneas, verbigracia, sabe quién le habla, de manera que puede discutirle y cuestionarle. Cuando me discute o me cuestiona, por otra parte, no es necesario que crea en mi como dogma. O que me odie, esa derivación de lo anterior. O que, snif, me ame.

Bueno. Entrevista. Decidí hacerla un tanto cañera. Urdaci se fue por los cerros de Úbeda. No polemizó. No se defendió. No se mosqueó. Su única reacción consistió en que, una vez desconecté la cinta, me dio la patita y se fue arreando, con cara de perdonarme la vida. Supongo que hacia otra entrevista. En fin. Meditaciones sobre la entrevista. Urdaci se parece a Aznar en que a) no tiene lugar en el mundo, salvo en su pequeño mundo, b) ha escrito un libro que no aporta nada, salvo reafirmación ante su pequeño mundo de usuarios –pequeño mundo de, socorro, 11.000.000 de usuarios- afirma que no mintió, c) culpa de su suerte a las malas artes del PSOE y, d) se ve víctima de un linchamiento. Lo más llamativo de ambos –Aznar, un político; Urdaci, un periodista-, es que no tienen ninguna autocrítica que dedicarse, y que, sinceramente –yo lo vi a tiempo real con Urdaci-, creen que han cumplido con su deber. Un deber que, se supone, no se situaba en la política –Aznar-, ni en el periodismo –Urdaci-, dos campos en los que, respectivamente, fracasaron sin paliativos. Supongo que, por tanto, el deber de Aznar y Urdaci se situaba en otra esfera. Superior.

En mis últimos contactos profesionales con la derecha -¿ultraderecha?- nativa, me he encontrado cada vez más esa actitud. No hacen política –los políticos-, ni periodismo –los periodistas-, ni historia –los historiadores yuyus que defienden que la Guerra Civil, por ejemplo, la inició la izquierda en el 34; con un par-. No hacen nada aplicable a este mundo, nada que tenga que ver con las leyes de la realidad. Cumplen designios superiores. Los designios superiores, como las misas, admiten poco diálogo. La derecha nativa es absolutamente peligrosa. Pásalo.

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